Las Raíces Teosóficas de la Educación Espiritual
Kathleen Hall – Canadá
En muchos países se están llevando a cabo reformas educativas que tienen en cuenta las nuevas necesidades de los estudiantes del siglo XXI. El viejo modelo del aprendizaje industrial basado principalmente en la producción en serie de trabajadores obedientes ya no satisface las necesidades del mundo actual. Mientras los educadores procuran encontrar nuevas formas de aprender, muchos otorgan una mayor atención a la educación del corazón además de la mente. En su novedoso vídeo, “Nuevos Paradigmas de la Educación”, Sir Ken Robinson trata de las necesidades de una educación tanto afectiva como cognitiva. Robinson afirma que el anticuado modelo industrial, vigente todavía en muchas escuelas, señala directamente la necesidad de una reforma completa de la educación que considere, en el aprendizaje, tanto al corazón como a la mente. La humanidad se encuentra en la vanguardia de una época espiritual. Una educación que incluya el desarrollo de la formación espiritual parece también necesaria en estos tiempos.
La emergencia de esta nueva época espiritual pudo haber comenzado a finales del siglo XIX, y las reformas educativas que consideraban el desarrollo espiritual fueron evidentes en la formación de nuevas escuelas, muchas de las cuales expresaban los principios Teosóficos. Estos principios fueron definidos por la Señora Blavatsky, en su ideario de lo que se debería enseñar a los niños:
“A los niños se les debería enseñar sobre todo la confianza en sí mismos, el amor a toda la humanidad, el altruismo, la caridad mutua y, por encima de todo, a pensar y razonar por ellos mismos. Reduciríamos el trabajo puramente mecánico de la memoria a un mínimo absoluto y dedicaríamos tiempo al desarrollo y formación de los sentidos internos, de las facultades y capacidades latentes. Tratar a cada niño como una unidad y educarlo para que se produzca un despliegue equilibrado y armonioso de sus poderes, a fin de que sus aptitudes especiales puedan encontrar su pleno desarrollo natural. Intentar crear hombres y mujeres libres, libres intelectualmente y libres moralmente, sin prejuicios en ningún aspecto y, por encima de todo, desinteresados".
H. P. Blavatsky, La Clave de la Teosofía [p. 251/52]