La Importancia De Indagar
Joy Mills - EE. UU
Se ha venido preguntando como “el arrepentimiento del pecado” está relacionado con la transformación humana. En distintos sitios del Nuevo Testamento la palabra traducida como “pecado” conlleva el significado de fracaso para dar en el blanco o en la diana. Perder el objetivo conlleva un posterior esfuerzo para entrenar nuestro ojo. Y nos preguntamos: ¿En qué debemos concentrarnos? ¿Debemos concentrarnos en el dibujo del arco? ¿En la flecha? ¿O debemos fijar nuestra vista en el centro de la diana? Si perdemos el objetivo decimos, “Qué pena, nunca seré un arquero; ¿No seré nunca capaz de lanzar correctamente?” Podemos rendirnos al fracaso y decir, “Esto no es para mí; Nunca podré hacerlo” o decimos, “Obviamente, no le estaba prestando toda mi atención. Lo intentaré de nuevo”. Me parece que si nosotros podemos ver el “pecado” de esta manera, entonces “repentance”, la palabra inglesa para “arrepentimiento” será sencillamente intentarlo otra vez. “Repent” significa “pensar nuevamente.” Es actuar de un nuevo modo, con claridad de visión. Y esto es parte del proceso de la transformación humana. El fracaso en sí mismo no es malo; puede, de hecho, ser beneficioso para nosotros. Es mejor ser un fracasado glorioso que tener un éxito mediocre porque nadie puede tener realmente éxito en una cosa que de antemano ya sabe cómo hacerla, sino que estamos llamados a superarnos a nosotros mismos. ¿Tal como Browning expresó, “lo que un hombre alcance debería exceder a lo que está agarrando, o si no para qué está el cielo?” El proceso de transformación comienza con la consciencia que comprende que el despertar o la iluminación son posibles. Esto no necesariamente debe ser alcanzado en nuestra primera tentativa. Buda, siendo un ser humano como el resto de nosotros, no consiguió el estado de Buddha en el momento de tener conciencia de sus posibilidades. El proceso “lleva tiempo.” El tiempo era visto anteriormente simplemente como lineal, pero hoy reconocemos otros modos de tiempo, tales como el tiempo biológico y el psicológico. Sabemos, también, del tiempo mítico - “el érase una vez” con que cada buena historia de hadas comienza. Este no es una fecha histórica, sino un tiempo que está siempre presente.