Adyar, ¿qué hacemos a partir de ahora?
Jan Nicolaas Kind – Brasil
"La teosofía tiene que combatir la intolerancia, los prejuicios, la ignorancia y el egoísmo, ocultos bajo el manto de la hipocresía. Tiene que derramar cuánta luz pueda de la antorcha de la Verdad, confiada a sus servidores. Ha de hacerlo sin miedo ni vacilaciones y sin temer ni las reprobaciones ni la condena. La teosofía, a través de su portavoz, la Sociedad, tiene que decir la VERDAD ante la misma faz de la MENTIRA; desafiar al tigre en su guarida, sin pensar ni temer las malas consecuencias, y rebelarse ante calumnias y amenazas. Como Asociación, no sólo tiene el derecho, sino el deber de no encubrir el vicio y de hacer todo lo posible para reparar males, ya sea con la voz de sus conferenciantes elegidos o con la palabra impresa de sus revistas y publicaciones, dejando, sin embargo, que sus acusaciones sean lo más impersonales posible. Pero sus Afiliados, o Miembros, individualmente no tienen este derecho. Sus seguidores, ante todo, tienen que dar ejemplo de una moralidad firmemente perfilada y firmemente aplicada, antes de obtener el derecho a señalar, aunque sea con un espíritu bondadoso, la misma falta de unidad ética y de unidad de propósito en otras asociaciones o individuos. Ningún teósofo debería culpar a un hermano, dentro o fuera de la Asociación; y tampoco puede calumniar los actos de otro ni denunciarle, si no quiere perder él mismo el derecho a ser considerado un teósofo”. (H. P. Blavatsky, Collected Writings 7:174-5)