Desde aquí hasta allí: Las mujeres y su viaje espiritual

Ananya Sri Ram Rajan – EE. UU

Medley From Here to There 2

De joven, tuve la suerte de pasar cierto tiempo junto al maestro espiritual J. Krishnamurti. “Krishnaji”, como le llamaban algunos, se pasó toda la vida estudiando el YO y la condición humana. Es alguien ampliamente conocido entre sus seguidores por manifestar que “La verdad es una tierra sin caminos”, y también por preguntar constantemente a su audiencia “¿Quién eres tú?” y “¿Por qué estás aquí?” Si bien sus preguntas no eran inusuales para un líder espiritual, su manera de abordarlas era única, porque no daba una respuesta directa. Cuando Krishnaji hablaba, lo hacía sobre la manera de funcionar de nuestra mente. Hablaba de cómo queremos obtener respuestas de los demás y que alguna autoridad nos diga lo que tenemos que hacer. Y él se incluía en esa categoría cuando decía, “No escuchéis al conferenciante, pensad por vosotros mismos”.

Julian de Norwich

Ananya Sri Ram Rajan – EE.UU

Me puso algo pequeño del tamaño de una avellana en la palma de la mano, y era redondo como una bola. Lo miré con mi intelecto y pensé, '¿Qué puede ser esto?' Y apareció la respuesta, 'Es todo lo que está hecho'. Me maravilló que pudiera durar, pues pensé que podía haber desaparecido, de tan pequeño que era. Y me vino la respuesta a la mente, 'Dura y durará siempre porque Dios lo ama'. Y todas las cosas han existido por el amor de Dios.

De: Revelaciones del Amor Divino

Medley AR Julian of Norwich 2

Julian de Norwich

Tenemos poca información concreta de la vida de Julian de Norwich. Leemos que nació alrededor de 1342 y murió poco después de 1416. A los treinta años, cayó gravemente enferma y pensaban que iba a morir. Fue en esa época cuando tuvo dieciséis visiones, el 8 de mayo de 1373, que originaron la publicación de “Revelaciones del Amor Divino”. Se cree que “Revelaciones del Amor Divino” fue el primer libro de la Edad media escrito en inglés y, además, por una mujer. Sus recuerdos de las visiones (conocido como el “texto breve”) y sus meditaciones sobre lo que se le había mostrado (escrito veinte años más tarde y conocido como “el texto largo”) han sido una gran fuente de consuelo para muchos. Si miramos la cubierta del largo texto de su libro vemos que se la conocía como “La madre Julian, una anacoreta de Norwich que vivió en tiempos del rey Eduardo III”.

Existen indicios de que Julian era una monja benedictina de la Abadía de Carrow, pero no se sabe a ciencia cierta. Sin embargo, sí fue una anacoreta de St. Julian Church en Norwich, y probablemente de ahí procede su nombre. Para las personas no familiarizadas con el término, una anacoreta era una mujer que se encerraba en una celda cerca de una iglesia para poder contemplar a Dios y crear una relación con Él. Julian tenía tres pequeñas concesiones, una para recibir la comunión, otra para recibir la comida y deshacerse de sus desechos, y otra para dar consejo a las gentes.

El verdadero nombre de Julian es desconocido ya que nos ha dado poca información sobre sí misma. Lo que conocemos de ella está basado en los registros de donaciones y legados que le dejaron. Fue una anacoreta popular tal vez porque regularmente aconsejaba a personas de todos los ámbitos de la vida. Y eso sucedía a pesar de las restricciones del momento, según el Ancrene Wisse (manual de instrucciones para anacoretas) en cuanto a la frecuencia con que una anacoreta se reunía con la gente. La anacoreta debía ocupar su tiempo recluida contemplando a Dios y olvidando el mundo cotidiano. Sin embargo, muchas no lo hicieron.

Mini entrevistas Swathi

1. ¿Cómo se llama usted, de dónde es y cuánto tiempo hace que es miembro de la ST?

 Soy Swathi, de: Bangalore (India) y soy miembro desde diciembre de 2008 (Pero hemos tenido relación con la ST desde hace 3 generaciones)

La Voz del Corazón

Damodar Mavalankar – India


Damodar Mavalankar

Anoche, justo cuando estaba a punto de ir a descansar, la voz de Kunala me llamó desde afuera y allí fui de inmediato. Mirándome fijamente, me dijo: "queremos verte", y mientras hablaba, cambió gradualmente, o desapareció, o fue absorbido, por la forma de otro hombre con rostro y ojos impresionantes, cuya forma aparentemente surgió de la materia del cuerpo de Kunala. En el mismo momento, otros dos estaban allí también, vestidos con el traje tibetano; y uno de ellos entró en mi habitación de donde yo había salido. Después de saludarlos con reverencia, y sin saber cuál era su objetivo, dije al más grande: "¿Tiene alguna orden que dar?"

“Si hay alguna, se te dará sin que preguntes”, contestó, “quédate quieto donde estás”.

Mi conversación con el Dalai Lama

Raghavan Iyer – EE. UU

[Impreso en el folleto: LONDRES, ESTE Y OESTE, conferencia dada en Londres, 1961.]

Le debo advertir desde el principio que propongo hablarle a usted esta tarde no como expresidente de la Unión de Oxford, ni como un Oxford Don. Quiero abdicar de ese papel y hablarle a usted como un buscador y un peregrino, porque esa fue la forma en la cual fui al Dalai lama. Esto es la única justificación de mi tentativa de explicarle lo que me dijo durante esa entrevista memorable que graciosamente me concedió en marzo pasado, exactamente un año después de su exilio del Tíbet en la India. Siento que debo compartir con usted mis recuerdos de lo que me dijo, en particular su punto de vista desde su profundo sentimiento sobre este país. Él consideró Inglaterra como una fuerza para el bien en el mundo de hoy, como desempeñar el papel más único en el Oeste. Dijo que Londres era el centro espiritual y ético de Europa y cuando le pregunté si esto significó que muchas almas sabias habían comenzado a entrar en encarnación en este país, asintió. También declaró que hasta el Gobierno en este país era más consciente de la posición de Tíbet que quizás cualquier otro país del Oeste. Siento, por lo tanto, que debería decir a un auditorio comprensivo de esta clase, tan fielmente como lo puedo recordar, lo que el Dalai Lama me dijo en respuesta a varias preguntas.

Editorial – Algunos pensamientos aleatorios sobre la libertad

Jan Nicolaas Kind – Brasil

Pensamiento número uno.

Recuerdo vívidamente cómo mi querida madre, a principios de la década de los años 50, cuando yo tenía 5 o 6 años, me cogía la mano y la apretaba fuertemente mientras caminábamos por las calles llenas de tráfico del centro de Ámsterdam. Era esa sensación que tienes de niño, de que tu madre quiere cuidarte en una situación potencialmente peligrosa. Instintivamente ya contaba con ese apretón, pero había una calle en particular cerca de la plaza Royal Place and Dam, llamada Raadhuisstraat (inglés: calle del Ayuntamiento) en la que, al cruzar, el apretón alcanzaba un nivel casi intolerable. Unos años más tarde, debía yo tener 7 u 8 años, después de haberle preguntado repetidamente a mi madre por qué siempre parecía aumentar la presión en esa calle en particular, se tomó el tiempo (y tuvo el valor) para contarme el motivo.

Mini-entrevistas Shikhar Agnihotri

The Society MI 8 Shikhar

1. ¿Cuál es su nombre, de dónde es y desde cuándo es miembro de la ST?

Me llamo Shikhar Agnihotri. Vivo en Lucknow, India, una ciudad que puede resultarles familiar a muchos miembros de la ST de todo el mundo, porque el Dr. I.K.Taimni, eminente teósofo, era de esta ciudad. Me hice miembro de la ST en 2008.

A la luz de la Teosofía

 

Theosophy In the Light of Theosophy 2

[Este artículo apareció en la edición de octubre de 2018 de The Theosophical Movement. Para más artículos publicados en esta excelente revista, siga este enlace: http://www.ultindia.org/previous_issues.html]

Cuando miras tu reflejo en el espejo, eres consciente de quién te está mirando. El sentido del yo es inconfundible. La autoconciencia es uno de los mayores misterios de la mente. ¿Cómo surgió y para qué sirve? Además de los seres humanos, hay algunos animales que se reconocen en el espejo. La autoconciencia puede haber evolucionado en los animales más listos y con el cerebro más grande. Si es así, entonces representa el punto culminante de la complejidad mental, la forma más elevada de la conciencia. Sin embargo, aunque la capacidad de reconocerse a sí mismo en un espejo generalmente se considera como un indicador de autoconciencia, esa idea está siendo cuestionada. Por ejemplo, los psicólogos estudiosos del desarrollo argumentan que no necesariamente revela una conciencia de sí mismo que se extiende más allá del aquí y el ahora.

"Muchos psicólogos y antropólogos sostienen que existe una jerarquía de conciencia que se corresponde con la creciente complejidad del cerebro". Se considera que los animales que tienen un sistema nervioso simple y que se involucran en experiencias sensoriales nuevas se encuentran en la base de la jerarquía. Pocas mentes son lo suficientemente sofisticadas para experimentar el mundo de manera diferente, a través de una lente introspectiva, e incluso éstas pueden tener un sentido limitado del yo. “Solo en la cúspide de la complejidad mental encontramos mentes capaces de construir una narración de experiencias de toda la vida centrada en un concepto abstracto del 'yo': y esas mentes son la élite. Esta diferencia en el tamaño y la complejidad de los cerebros se debe haber basado en las diferentes demandas evolutivas que el animal debe resolver para poder sobrevivir... Hay una demanda particular que parece haber conducido a la evolución de cerebros complejos y también podría haber creado las condiciones para que surja un sentido del yo. Ese desafío es el de tratar con la mente de los demás, ya sean presas, competidores u otros miembros de tu grupo social”. Para lograr esto, el cerebro necesitaba evolucionar a partir de algo que se limitaba a experimentar sensaciones hasta convertirse en su observador.

La autoconciencia puede ser un fenómeno aparentemente complejo que emerge del cerebro. La mente puede captar el eco de miles de millones de neuronas que se responden entre sí con señales eléctricas. Las señales fluyen a lo largo de diferentes conjuntos de conexiones, pero algunos caminos están más transitados. En los humanos, las conexiones predominantes parecen ser las que se utilizan para contemplar la mente de los demás, las mismas conexiones que se usan para contemplarnos a nosotros. Lo que surge de esto es un patrón que parece constante. Para ti, ese es tu sentido del yo. Así, nuestro cerebro evoca el sentido del yo. La autoconciencia no es el pináculo de la conciencia, es solo un subproducto accidental de la evolución y un producto de nuestra mente, escribe Sofia Deleniv, estudiante de doctorado de la Universidad de Oxford. (New Scientist , 8 de septiembre de 2018)