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Editorial - El arte de tener la mente abierta

Jan Nicolaas Kind – Brasil

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El autor

En términos generales, ser abierto tiene que ver con la voluntad de escuchar y considerar diferentes ideas y de probar cosas nuevas. Los individuos abiertos suelen aceptar los valores y creencias de los demás; una mente abierta no rechaza rápidamente las opiniones opuestas como erróneas. Las personas son lo suficientemente abiertas cuando están receptivas a los argumentos firmes contrarios a sus propias creencias.

Jeremy E. Sherman - Investigador en ciencias sociales

Se supone que los teósofos, independientemente de la tradición o corriente a la que pertenezcan, son librepensadores. Según la mayoría de los diccionarios, el librepensador es aquél que rechaza las opiniones aceptadas, especialmente las relativas a las creencias religiosas.

La libertad de pensamiento está integrada en el ADN de la Teosofía. Como teósofos, consideramos que tenemos la mente abierta y la capacidad de pensar por nosotros mismos. En algunos casos se trata más de una aspiración que de una realidad. Tenemos tantas personas de mente cerrada como cualquier otra organización, y según algunos, incluso más. (1)

Siempre he considerado que tenía que superar ciertos obstáculos internos cuando he intentado entender el verdadero significado de los graves conflictos que ocurrieron en los primeros años entre los pioneros del "librepensamiento" de la Sociedad Teosófica. No pretendo escribir un resumen de lo que sucedió históricamente en las tres primeras décadas después de 1875. Pero sí que voy a mencionar algunos nombres. Pensad en los casos referentes a T. Subba Row; A.O. Hume; William Judge en oposición a Olcott y Besant; C. W. Leadbeater; B. P. Wadia y, sorprendentemente, también A.P. Sinnett. En su publicación póstuma, Los primeros días de la teosofía en Europa, se muestra bastante decepcionado al escribir sobre los recuerdos de aquellos primeros días, mostrando lo que, en su opinión, eran muchos interrogantes. Sinnett debió pensar que tenía un estatus especial en la ST, debido a su conexión con las Cartas de los Maestros, lo que le llevó a creer que podía recibir enseñanzas de unas fuentes que estaban más allá de las de HPB.

La Rama de Londres, que él dirigía, era realmente un club de élite, donde los miembros llevaban opulentos vestidos de noche para las reuniones. Tal vez nunca consiguió relacionar su habilidad para practicar las preciosas e inclusivas enseñanzas que le confiaron los Maestros con la comprensión intelectual que tenía de ellas; su conciencia de clase como inglés refinado y respetado lo definía y lo confinaba. En cambio, si pensamos en el coronel Olcott, abandonó su vida de comodidades y su condición de abogado en la ciudad de Nueva York para abrazar de todo corazón y con una verdadera fraternidad y sacrificio las dificultades del sur de Asia.

¿Cuál fue, o sigue siendo, el verdadero significado de esas primeras disputas, malentendidos y, a veces, amargos y polémicos enfrentamientos? En una organización donde la "formación" de un Núcleo de Fraternidad Universal está tan claramente establecida en su primer objetivo, resulta difícil pensar que puedan ocurrir estos enfrentamientos, pero ciertamente ocurrieron. Hasta nuestros días la gente sigue influenciada por ellos. ¿Son solo confrontaciones de la personalidad? Quizás la importancia de los conflictos o, si queréis, de la lección que hay que aprender, es que deberían enseñarnos a abrirnos, a escuchar realmente, a buscar soluciones y a mejorar nuestra flexibilidad para salir de nuestra zona de confort. Para poder alejarnos de ese "corredor seguro", el primer requisito sería procurar tener la mente abierta e incondicional, algo más fácil de decir que de hacer.

Teniendo en cuenta la dificultad de llegar a tener una verdadera mentalidad abierta, quizás nos ayudaría considerarlo como un arte del que somos aprendices. Esto nos haría participar en un proceso de aprender y desaprender, al tiempo que reconoceríamos la importancia de lo que hemos emprendido. Todas las formas de artesanía exigen una sintonización gradual de la cabeza, el corazón y las manos. El arte de tener la mente abierta no es una excepción. Implícita en la idea del aprendizaje está la insinuante promesa de que hay unos maestros de viaje y de que nosotros también podemos avanzar en esa dirección.

El arte de tener la mente abierta requiere aceptación y, lo más importante, tolerancia. La aceptación es obviamente algo que está relacionado con el hecho de saber cómo se han producido ciertos hechos que han conducido a unas realidades existentes, lo cual, por cierto, no significa que uno deba dejar de discernir bien. La tolerancia posiblemente sea la más difícil de las dos, especialmente cuando existe una gran diferencia de opiniones. Escuchar una opinión que se opone directamente a la nuestra y aprender a gestionarlo todo con madurez es un ejercicio doloroso, que exige perseverancia y disciplina psicológica.

En las Meditaciones Diarias de Katherine Beechey, podemos leer, el día 4 de septiembre, una cita deliciosa de un Hermano Mayor:

TOLERANCIA: “Tened cuidado de no tratar de imponer vuestro estilo de vida ni vuestras convicciones a los demás. Ayudadles a obtener sus propios valores, a alcanzar sus propias convicciones, sean las que sean, siempre que les estimulen a vivir de una forma más noble”.

Nuestras opiniones, y todos las tenemos, se almacenan en un compartimento bastante superficial de nuestro pensamiento. Lo que pensamos está basado en lo que nos gusta o en lo que detestamos, en nuestras preferencias, gustos, juicios rápidos e incluso prejuicios. Si estamos realmente ansiosos por aprender, sería necesario profundizar y empezar a cuestionar nuestras propias creencias que damos por sentadas con demasiada frecuencia. Las convicciones están limitadas en el tiempo. Deben revisarse regularmente y, si es necesario, hay que modificarlas. En nuestra búsqueda de la Verdad, que sólo se puede emprender con una mente abierta, todas las convicciones son transitorias.

Si nos permitimos transitar profundamente por este proceso, nos haremos más conscientes de ello.

Cuando a J. Krishnamurti le pidieron que explicara qué era, en su opinión, la conciencia, dijo lo siguiente:

¡Solo simple conciencia! Conciencia de vuestros juicios, vuestros prejuicios, vuestros agrados y desagrados. Si veis algo, esa visión es el resultado de vuestra comparación, condena, juicio y evaluación, ¿no es cierto? Cuando leéis algo, estáis juzgando, estáis criticando, estáis condenando o aprobando. Ser consciente es ver, en el mismo momento, todo este proceso de juzgar, evaluar, las conclusiones, la conformidad, la aceptación, las negaciones. (2)

Tener la mente abierta a veces es realmente difícil. La mayoría de nosotros hemos sido educados (teosóficamente) en un conjunto de puntos de vista y valores y, durante nuestra vida, tendemos a rodearnos de personas que comparten los mismos valores y creencias. Por lo tanto, puede ser difícil enfrentarnos a otras ideas que desafíen las nuestras y, aunque deseemos tener la mente abierta, no es fácil tener éxito en la práctica.

Aunque pueda ser desalentador, al mismo tiempo es gratificante. Ser sincero con uno mismo, acabar con el Sr. o la Sra. Sabelotodo, que vive dentro de cada uno de nosotros, permitirá que la verdad se presente en nuestro camino. Cuando no estamos enredados en un cúmulo de conocimientos, algo muy engañoso, se abren las puertas a la percepción intuitiva y a la observación no condicionada. El resultado será muy beneficioso.

Al tratar de enfrentarme a esos obstáculos, cuando leo o escucho hablar del choque de personalidades de los primeros años del movimiento teosófico moderno, me inclino a pensar que todo estaba muy relacionado con lo que yo llamo los dolores de crecimiento. Toda la gente implicada eran personas relativamente jóvenes en 1875, cuando se fundó la ST en Nueva York. Por ejemplo, H.P. Blavatsky tenía 44 años, Henry Olcott 43, William Judge sólo 24, AP Sinnett 35, mientras que Annie Besant, que en 1875 aún no tenía relación con la ST, tenía 28. Mujeres y hombres jóvenes, llenos de unos sentimientos que necesitaban compartir con el mundo. En el idioma alemán, la palabra begeistert (3) describe, mucho mejor que el inglés, sus estados mentales. Como suele suceder con las iniciativas apasionadas, necesariamente se iban a cometer errores.

Para abordar la historia de la Sociedad y los diversos eventos divisorios que tuvieron lugar, especialmente después de la muerte de HPB en 1891, se requiere una mente totalmente abierta, una mente que no tome partido, que se limite a observar, libre de cualquier pensamiento condicionado.

Si realmente estamos dispuestos a emprender un viaje de este tipo, pronto resultará evidente que un proceso de aprendizaje está a punto de emerger, un proceso que hará nuestra comprensión más profunda y que disminuirá nuestros prejuicios.

Es interesante observar que, tal como he descrito antes, el Sr. Sinnett, por ejemplo, una figura clave en lo que acabaría siendo la compilación de Las cartas de los Maestros a AP Sinnett, hacia el final de su vida simplemente no fue capaz de tener la mente abierta cuando miraba en retrospectivo los primeros años del movimiento. Su elitismo lo hizo ser duro, escéptico e incluso poco cordial con sus contemporáneos. Otros, como Henry Olcott y Annie Besant, en el otoño de sus vidas, fueron mucho más capaces de abrir la mente y de mirarse de forma crítica, admitiendo sus errores e incluso revisando opiniones anteriores.

En relación con lo que se conoció como el infame Caso Judge, Henry Olcott, poco antes de su fallecimiento, admitió asombrosamente que se había equivocado. Sven Eek, en Damodar y los Pioneros de la Sociedad Teosófica, hace una descripción de lo que sucedió. Es un extracto largo, pero vale la pena examinarlo en su totalidad:

Cuando en 1906 el coronel Olcott visitó América por última vez, escribió a su vieja amiga, la señora Holloway-Langford y le pidió que fuera a verle. Esta última llevaba veinte años sin tener relación con la Sociedad Teosófica, después de dejar a sus colegas teósofos de Londres en 1886 y regresar a los Estados Unidos. Había sido amiga personal de la hermana de Olcott, Belle Mitchell, que acababa de fallecer. Belle había sido un oasis en la vida doméstica de Olcott y le quiso siempre, a pesar de ser una presbiteriana estricta.

Olcott, triste y deprimido, se encontró con su antigua compañera, Laura Holloway, pero su conversación, que se publicó más tarde, revela un hombre nuevo que había alcanzado finalmente la grandeza interior en la lucha de la vida. Laura Holloway escribe:

Estoy segura de que era totalmente sincero al atribuir su depresión a la tristeza por su querida hermana, pero mi simpatía por él era demasiado genuina para admitir el autoengaño; me di cuenta de que la soledad y la nostalgia eran factores fundamentales en su caso; como también lo eran las enfermedades físicas y los recuerdos de otros rostros ahora ausentes. Tuve la absoluta certeza de esto que digo cuando empezó a hablar de Madame Blavatsky, a quien repetidamente describió como su "querida y vieja colega" que se había marchado antes que él.

“Hablaba de ella como de alguien a quien echaba de menos, no solo por su presencia, sino por su prestigio. Añoraba mucho las dos cosas y era cada vez más consciente de que se le había privado de una gran fuerza en su vida y de que faltaba la fuerza motriz en el trabajo que ahora llevaba a cabo sin ella; consciente, también, de que su influencia estaba menguando, si no se había ido ya del todo.

“Mi sensación de pérdida, de la magnitud de esa pérdida”, decía, “me es cada vez más evidente, cuando observo, desde su muerte, la tendencia de los acontecimientos de la Sociedad Teosófica. Soy Presidente-Fundador, pero otros trabajadores más jóvenes tienen el control de los asuntos: está bien y es tal como debería ser, pero la poderosa mentalidad de HPB no está aquí para servir de guía y para poner firmes a nadie, y su personalidad se extraña cada vez más. Yo también me iré pronto y entonces todas las influencias más antiguas que rodeaban a la Sociedad desaparecerán".

De repente se me ocurrió hablar de ese otro compañero, capacitado y fiel, que había trabajado con HPB y con él mismo desde el inicio de la Sociedad, y no resistí el impulso de decirle: “¿Y no tienes ni una palabra que decir ahora sobre quien fue devoto compañero de trabajo suyo y tuyo, y con el cual te mostraste hostil, después de la muerte de ella?

En mi mente, él está indeleblemente asociado con vosotros dos. ¿No lloras un poco por ese querido y viejo amigo de aquellos tiempos? “

"Estas hablando de Judge", respondió lentamente.

"Sí, de él".

“Sí, sí ", me interrumpió," sé lo que sientes por él y lo que siempre has sentido ". Luego, tomándome la mano entre las suyas, me dirigió una mirada inquisitiva antes de responder, con una voz apagada y muy solemne:

"Aprendemos mucho y superamos mucho, y he vivido mucho y aprendido más, particularmente en lo que respecta a Judge". . .

"Ahora ya lo sé, y te reconfortará escucharlo, pero fui injusto con Judge, no intencionadamente ni con malicia; sin embargo, lo fui y lo lamento ". (4)

Annie Besant, en 1928, escribe lo siguiente sobre Judge:

Judge [era] discípulo y amigo muy querido de H.P.B., y un canal vivificante de la Rama Americana de la S.T. Hombre altamente evolucionado y con una gran comprensión de las verdades más profundas de la vida, construyó la Sociedad en América desde unos comienzos pequeños y desalentadores. Ninguna dificultad le intimidaba y ningún fracaso aparente apagaba su ardiente devoción. . . . Estuvo al lado de H.P.B. durante esos primeros días, la vio ejercer sus maravillosos poderes y participó en la fundación de la Sociedad Teosófica. Durante el resto de su vida en la tierra, aquella amistad permaneció intacta y, en sus últimos años, ella le consideraba como su única esperanza en Estados Unidos y llegó a declarar que, si los miembros estadounidenses lo rechazaban, rompería todas las relaciones con ellos y no les reconocería. . . . Espiritual e intuitivo, también fue extraordinariamente capaz como organizador y como líder.

Luego vino la revelación de lo que se ocultaba bajo aquel comportamiento reservado... una energía inextinguible, una profunda devoción, una voluntad indomable. Y todo eso tenía un único propósito: la difusión de las verdades de la Teosofía, la construcción de una organización que iba a esparcir las semillas sobre la tierra. (5)

Así pues, con la mente abierta y dejando de lado todos los obstáculos que nos impidan tener una visión justa, tal vez podríamos concluir que todo lo que ocurrió en esos primeros años, el choque de personalidades, los trastornos, por más dolorosos que fueran algunos de ellos, no fueron más que unos incidentes de los que podemos aprender. Esta aceptación caritativa de los hechos nos ayudará a seguir avanzando en nuestros caminos individuales.

En concordancia con una mentalidad abierta, como teósofos y librepensadores, tenemos la suerte de disponer de la resolución de la Libertad de pensamiento. En relación a este artículo, podemos leer, a continuación, un pasaje de lo más relevante:

Ningún maestro o autor, desde H. P. Blavatsky en adelante, tiene autoridad para imponer sus enseñanzas u opiniones a los miembros. Todos los miembros tienen el mismo derecho a seguir cualquier escuela de pensamiento, pero sin imponer ni forzar esa opción a nadie. Ningún candidato para un cargo ni ningún votante puede ser considerado no apto por el hecho de sostener cierta opinión o por ser miembro de cualquier escuela de pensamiento.

Podemos concluir que, en Teosofía, lo que llamamos metodologíateológica, común en las religiones, no sirve de nada. Los teólogos teosóficos no son reconocidos. La mentalidad abierta y la teología no son compatibles.

Cualquiera de las religiones conocidas de nuestro planeta está compuesta de una colección de creencias. Cada religión enseña o proclama sus propias verdades en relación al mundo, la humanidad y Dios (o dioses). Estas creencias dejan claro de qué forma los seguidores de una determinada religión pueden encontrar su salvación.

Hay escrituras e instrucciones sobre qué hacer y qué no hacer y, mediante la teología, los creyentes reciben instrucciones sobre cómo interpretarlas. Todo se dirige hacia un tipo común de verdad, mientras que la obediencia y, sobre todo, la rendición incondicional a las pautas son incuestionables. Especialmente las tres religiones monoteístas, el cristianismo, el judaísmo y el islam, a través de unas interpretaciones erróneas muy desafortunadas, han causado y siguen causando mucho dolor y miseria. Y hace al menos 2000 años que está ocurriendo esto.

En Teosofía, lo que HPB nos volvió a presentar en La Doctrina Secreta, con las estancias como punto de partida básico, nos obliga a tener la mente abierta desde un principio. Todas nuestras convicciones anteriores deberán ser probadas y, si es necesario, habrá que abandonarlas u olvidarlas. Nuestro pensamiento tiene que estar totalmente receptivo a nuevas concepciones, ideas y panoramas. Esto convierte a la Teosofía en una gran herramienta para visionar el mundo.

Es por esto que estoy convencido de que el Movimiento Teosófico tiene un futuro y una tarea específica, y que este intento de los Maestros por compartir con nosotros su Sabiduría no fracasará, a no ser que cometamos los mismos errores que han cometido las religiones hasta ahora.

No puede existir ningún tipo de conservadurismo ni de límite para nuestra mentalidad abierta en relación al pensamiento teosófico. Las diversas corrientes teosóficas, ahora, 144 años después de la fundación de la Sociedad, se han ganado su lugar bajo el sol. Lo gratificante es que todas las organizaciones, y con esto quiero decir cada una de ellas, a su manera, representa una faceta del diamante teosófico. A este respecto, rechazaría algunos términos como "Teosofía verdadera" o "Teosofía pura" como si hubiera una pseudo-teosofía, falsa o impura. La Teosofía simplemente ES, o NO ES Teosofía. Como buscadores, y no como proclamadores, podemos entrar en esa impresionante biblioteca teosófica y elegir qué camino tomar.

Hay grupos de estudiantes que se concentran únicamente en las enseñanzas básicas presentadas por H. P. Blavatsky, William Judge, Robert Crosbie y otros autores teosóficos de primera generación.

Los estudiantes del entorno de Adyar están, junto a la voluminosa producción literaria de Annie Besant, abiertos también a autores de segunda o tercera generación, como N. Sri Ram, I.K. Taimni, Joy Mills y John Algeo, aunque también hay espacio para los planteamientos clarividentes postulados por C.W. Leadbeater o Geoffrey Hodson. Los estudiantes de la tradición de Adyar y Point Loma están de acuerdo en que los trabajos de G. de Purucker han sido muy útiles para comprender las enseñanzas transmitidas por HPB. La obra y el significado de J. Krishnamurti sigue siendo un tema del que se continúa hablando mucho. Es evidente que K., tanto durante su vida como en los años posteriores a su muerte en 1986, como educador, autor, filósofo y orador, ha influido positivamente en millones de personas de todo el mundo y ha inspirado a muchas personas seguidoras de la tradición de Adyar. Una conocida teósofa que residía en Krotona me dijo una vez que el hecho de profundizar en el trabajo de K, donde se insiste tan a menudo en la auto-transformación y en la mentalidad abierta, la ayudó para ahondar más en las enseñanzas tradicionales o básicas tal como las conocemos a través de La Doctrina Secreta y Las cartas de los Maestros. La teósofa holandesa Ali Ritsema en su artículo "Viviendo en la verdad: puntos de encuentro entre HPB y Krishnamurti", escribe lo siguiente:

A menudo nos quedamos atascados en nuestro planteamiento preferido y no sabemos valorar otros enfoques. Mi intención era resaltar las estrechas similitudes que hay entre la Teosofía y Krishnamurti en relación con la búsqueda y la vivencia de la Verdad. Ambos enfoques, como muchos otros, pueden ayudarnos a llegar a un entendimiento interno que es, después de todo, el objetivo de nuestros estudios. (6)

Los teósofos de las tres principales corrientes del Movimiento se reúnen anualmente en la plataforma de la International Theosophy Conferences (ITC), una iniciativa que este editor ha apoyado firmemente. Es de esperar que en esa admirable plataforma, y para que no se convierta en un club indolente de estudio, los teósofos seguirán dispuestos a salir de su zona de confort, ansiosos por explorar nuevos territorios más allá de los suyos. Si se prosigue por este camino, la ITC seguirá viva, pero si existen restricciones al libre pensamiento y solo se investigan los temas aceptados o conocidos, el peligro acecha y todo será simplemente una repetición de lo dicho anteriormente. Entonces la oportunidad de aprender se habrá quedado trágicamente estancada.

Tener realmente la mente abierta es un arte, y como ocurre con cualquier otra disciplina, si queremos hacerlo bien, debemos prepararnos para encontrar nuestro camino, paciente y conscientemente. Una señal de su realización será, sin duda, cuando nos demos cuenta de que todos podemos provenir de diferentes manantiales, pero nadamos en el mismo río.

(1) A Freethinkers Way to the Galaxy - Tim Wyatt

https://www.theosophyforward.com/articles/theosophy/2230-a-freethinker-s-way-to-the-galaxy

(2) The Collected Works of J. Krishnamurti: vol. IX Amsterdam, 26 de mayo, 1955

(3) Begeistert en alemán tal vez sería mejor traducido al inglés como: desapasionado, a pesar que sea difícil encontrar el equivalente exacto

(4) Extracto de Damodar and the Pioneers of the Theosophical Movement - Sven Eek, TPH, Adyar India [p.657-658]

(5) The Theosophist, octubre de 1922 [p. 351]

(6) Living in Truth – Where HPB and Krishnamurti meet - Ali Ritsema

https://www.theosophyforward.com/articles/theosophy/2223-living-in-truth-where-hpb-and-krishnamurti-meet

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