La revista Vidya http://www.theosophysb.org/site/publications.html , editada por miembros de la United Lodge of Theosophists de Santa Barbara, USA, publicó el siguiente artículo en su número de invierno de 2019.
Adentrarse en nuestro interior para hallar el Yo interno consiste en sumergirse en las profundidades de lo que podría parecer un lugar oscuro. Pero si profundizamos lo suficiente, encontraremos las aguas tranquilas y refrescantes de la visión y la sabiduría. En La Voz del Silencio, se dice: “Ten paciencia, Candidato, como el que no teme al fracaso, ni corteja el éxito. Fija la mirada de tu Alma en la estrella cuyo rayo tú eres, la estrella llameante que resplandece dentro de las profundidades sin luz del ser eterno, los campos sin límites de lo Desconocido.” Esa contemplación es como formar un puente, una conexión, con un enorme campo de lo desconocido que puede llegar a conocerse gradualmente.
La humanidad confía en que cada ser humano tenga unas reservas internas sin explotar de sabiduría, de más profundidad de sentimientos, de motivación, de visión, de amor y compasión. Normalmente están activos sólo de forma ligera o intermitente en la conciencia personal. Pero se pueden convocar, activarse y formar el puente interno. Bella es la metáfora de la flauta de Krishna, la capacidad de convocar y despertar en los seres humanos las profundidades de sus facultades espirituales. Igualmente, Cristo sólo tuvo que llamar a los pescadores para invocar algo en su interior que fue tan irresistible que, al parecer, abandonaron sus redes inmediatamente para poder seguirle.
El místico irlandés A.E. hablaba de la capacidad de llamar a otro por su nombre secreto. Esto corresponde al despertar de la memoria del alma y la función Hermética para activar lo que está solamente latente y sólo parcialmente expresado. Está relacionado con la filosofía teosófica con la diferencia entre la acción mental psíquica y la acción mental noética. En ausencia de la actividad noética, la mente es una entidad que está condicionada básicamente desde el exterior, prisionera del hábito, del reflejo y de la reacción. La acción mental noética, por contraste, va desde dentro afuera. Es la luz de la noesis, que brilla sobre la mente y atrae a la superficie lo que antes estaba oculto.
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